POLICÍAS COMUNITARIOS NO DEBEN DES-MASCARARSE
Policías comunitarios de cualquier lugar, no deben aceptar ni ceder a las presiones oficiales ni públicas por quitarse las máscaras ó pasamontañas, y revelar su rostro, porque están en todo su derecho, igual que policías federales, quienes también ocultan sus rostros en operaciones, como en exposiciones televisivas públicas de aprensiones consumadas se constata; y lógicamente con toda razón; puesto que la real justicia no tiene rostro, y así se evita sea conocida su identidad para evitar represalias propias ó a familiares, por parte de sujetos detenidos, gente en complicidad ó de otras organizaciones criminales, pudiendo incluso amenazarlos de antemano para disuadirlos de atestiguar ó seguir participando a la seguridad pública comunitaria, que la autoridad oficial ya es incapaz de bien combatir y garantizar, porque ya sin excepción desde más superiores mandos están coludidos con el crimen, y todos son también generalmente muy negativos y predispuestos a la corrupta complicidad y traición de más honestos ciudadanos que los sostienen; siendo el reclamo y exigencia dicha, con la obvia intención de disuadir y eliminar esa valiente iniciativa pública, y clara evidencia de que los superiores funcionarios legislativos, por inconsciente inercia quieren favorecer a gente de su misma tendencia y clase, porque se han convertido en políticos delincuentes oficiales , arguyendo como base la ley que ya es absoleta, muy a su favor, y debe ser modificada para legalizar esta iniciativa social y más conceptos, que es una necesidad seguramente muy pronto obligada a implementar en todo país del mundo, donde la criminalidad se ha multiplicado, hecho tan común, y solapada por autoridades, que por lo dicho no son ya aptos, adecuados ni capaces de controlar, y que por lo visto, no habrá otra solución que la más numerosa útil y honesta sociedad se organice en una inevitable formal confrontación y combate permanente contra criminales y hasta mismo corrupto gobierno, como primer paso de popular gubernamental destitución general, y establecimiento directo de un gobierno con miembros populares con real honesta calidad y afán de servicio para ajeno y propio beneficio, conformes con su sueldo para sencilla vivencia tranquila, bajo continua verificación pública, como así ocurrió en Islandia, que depusieron a corruptos gobernantes, banqueros y gente involucrada con el dominio de intereses, en lo que prácticamente fue una nueva clase de súbita “revolución” nacional sin resistencia alguna; pero esta vez no por la gente rural más injustamente remunerada, sino ahora por las excesivamente multiplicadas inútiles legiones de citadinos, que sin embargo justifican sustento de vida con algo productiva ocupación legal , pero ya con la necesidad apremiante de combatir por mano propia a peores indeseables parásitos criminales viciosos, que sólo con extorsión y crimen quieren con esfuerzo ajeno vivir a sus costillas.
Y lo que sin duda posiblemente desencadenará así urbanas guerras en toda ciudad y pueblo del mundo, cual justo producto de nuestra equivocada forma de cultural sobre-vivencia, que sin nunca haber seriamente planeado, hemos consumado de total ignorada forma negativamente hacia una descomposición general, que así también debe quizás resultar y culminar.
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